Editorial: Devenir, 2004
ISBN: 978-84-96313-07-1
“Hay poemarios que en un poema, en un verso incluso, guardan la clave de todo el libro; quién sabe si de toda la cosmovisión de quien lo escribió. A veces un solo verso ha sido suficiente para hacer que su autor perdure en el tiempo (pienso en ese impresionante La muerte vendrá y tendrá tus ojos de Cesare Pavese).
A mí me ha ocurrido algo de ese estilo al leer este “El mar tiene hoy color de estar pensándose” de Félix Morales Prado. Si bien todo el poemario navega en ese azul profundo y misterioso que el propio título sugiere, hay un poema (cosa curiosa: justo uno de los que no mencionan al mar, aunque algo de sus procelosas aguas tiemble y reverbere entre sus luces) que viene a recoger la esencia de todo el poemario y ser casi su resumen. Todo regresa al fin hacia sí mismo – dice Félix en esa página – y en este movimiento se tiñe aunque es mentira de una gran melancolía. Lo que entretanto sucedió se llama historia. ¿Cómo puede extrañarnos entonces que el bardo hable en otros lugares de que Un mundo otro se pasea por el mundo o de Sus aguas, que no son sino del alma? El poeta contempla el despertar lento del paisaje y desgarra el cielo de la conciencia, abre ventanas por las que entra una luz de geografías imposibles que despierta los poemas esenciales del agua, despierta los rumores del aire hasta que un arpegio de vuelos simula una inmensa nevada al revés sobre el mar de primavera y dibuja un paisaje en el que la realidad pierde la consistencia que lo cotidiano parece prestarle, en el que el transcurrir de la historia no es más que un teatro de sombras que se simula verdadero, pero lleva al final a un océano más Real, un océano que fecunda la hembra tierra llenándola de hijos y nos recuerda que A él regresarán urgidos por nostalgias y vestidos de melancolía, en los barcos oscuros de la muerte. Es, al fin, el mismo poema-clave el que nos dice que Detrás, como un juez, está el misterio. Es el objeto último de toda ciencia. No hay nada más. Y sin embargo, son necesarias todas las minucias que lo preceden para alcanzarlo. Y en ellas estamos…”.
(De reseña de Emilio Ballesteros en la revista de literatura Alhucema)