CON EL POETA FRANCISCO BRINES

Por ENCARNACIÓN SÁNCHEZ ARENAS. 

Francisco Brines Bañó (Oliva, Valencia, 22 de enero de 1932 – Gandía, Valencia, 20 de mayo de 2021) fue un poeta español encuadrado en el grupo poético de los años 50.

                Entre sus poemarios tenemos Las brasas (1960), El santo inocente (1965), Palabras a la oscuridad (1966), Aún no (1971), Insistencias en Luzbel (1977), El otoño de las rosas (1986), La última costa (1995), Donde muere la muerte (2021).

                Es en «Versos épicos», de Palabras a la oscuridad, texto de una menor transparencia en la anécdota, donde el hecho de recurrir a una clave de signo clásico adquiere un protagonismo más relevante. Aquí, la circunstancia de que la pareja de enamorados contemplada por el protagonista poemático, a la orilla de Trápani, resulte ser de condición homoerótica nos es insinuada mediante la alusión a un pasaje de La Eneida, ideado por Virgilio en ese mismo escenario. De este modo el poeta logra que las posibles valoraciones éticas o de implícita aprobación del suceso recaigan directamente sobre el prestigio de la tradición, encarnada en este caso por Virgilio:/ Fue aquí, debajo de este sol y en la misma ribera,/ la estratagema de aquel ligero mozo/ que, en carrera pedestre que presidiera Eneas,/ impidió la victoria de un rival/ por ver sobre el caballo, desnudo y coronado de oliva florecida,/ al vencedor Euríalo de juvenil belleza./ Una historia de amantes, vulgar/ y cotidiana, de otros tiempos./, como señala José Andújar Almansa en “Clasicismo y culturalismo en la poesía de Francisco Brines” (2001) cervantesvirtual.com.

                El poema “Métodos de conocimiento”, perteneciente a Aún no, nos sitúa ante distintos modos de percibir o conocer el mundo, alternativos a la mirada reflexiva del poeta. El texto, parte de una situación más imaginativa que realista: entre los jóvenes comensales asistentes a la celebración de un banquete, y en medio de la algaraza y ebriedad generales, se destaca la presencia de dos figuras en primer plano: la del yo que narra la escena y que alza una copa hasta los bordes llena de cenizas, y la de aquél que en un rincón /dando a todos la espalda,/ llevó a sus frescos labios/ una taza de barro con veneno./ Y brindando a la nada/ se apresuró en las sombras./, como indica de nuevo José Andújar Almansa en “Hacia una ética de lo trágico en la poesía de Francisco Brines” (1999)kb.osu.edu.

                El autor de El otoño de las rosas dará importancia a una creación poética de dos vertientes: por un lado, una ética metafísica que nace y justifica al individuo, y, por otro lado, una moral de carácter estoico que nace de una visión del mundo y de la vida que tiende a sentir la existencia como una continua pérdida y como un viaje inevitable hacia el vacío, hacia la nada. Será esta última vertiente, la que le hermana, al menos en lo que a su propia poesía satírica se refiere, con los poetas del siglo XVII, como apunta Jaime Pedrol Giménez en “Política y religión en la poesía de Francisco Brines” (2011) Cuadernos del Aleph.

PUBLICADO EN EL DIARIO JAÉN EL 25-05-2024.

Compartir: