Por Fuensanta Martín Quero
WEBLOG DEL TIEMPO
Paloma Fernández Gomá
Editorial Corona del Sur (Málaga, 2021)
Por motivos diversos concernientes al ritmo, la forma, lo estilístico y lo emocional de los poemas, podemos afirmar que la poesía es música compuesta con palabras. Es precisamente música lo primero que se percibe en Weblog del tiempo, último libro de Paloma Fernández Gomá, poeta, escritora y crítica literaria nacida en Madrid y afincada en Algeciras desde hace varias décadas. Lo conforman 53 poemas no sujetos a rima ni a un cómputo silábico determinado; una libertad formal que, sin embargo, no es óbice para el decir melodioso, porque estamos ante un fluir de una cadencia interior que seduce desde el principio de la lectura de estas bellas composiciones sustentadas en una espléndida simbología, a menudo sin traslación concreta del objeto real y, en otros momentos, mediante la utilización de un lenguaje poético que expresa emociones o ideas perfectamente inteligibles en la primera lectura. Esa musicalidad emana desde el interior de cada poema como si la autora se dejara mecer en sus propias palabras dejando pasar la emoción y el pensamiento a través de las mismas con una gran dosis de lirismo. La palabra poética se sublima así. Utiliza para ello una suculenta relación de sustantivos pertenecientes al campo semántico de la naturaleza: campos, árboles, animales (sobre todo aves, como grulla, ruiseñores, cigüeñas…), aire, jardín, viento, etc. Igualmente, figuran vocablos relativos a las estaciones del año y a los diferentes momentos del día (madrugadas, atardeceres, noches). Pero, sobre todo, como subgrupo del primero de ellos, son los sustantivos relativos al agua y los que guardan relación con esta los que más abundan en este libro: lluvia, olas, mar, arroyos, charca, humedad, salitre, playa, acequias, orillas… El agua, elemento esencial de la vida, constituye el eje predominante de la simbología empleada en Weblog del tiempo, título que ya anticipa el tema principal del libro.
Efectivamente, es el paso del tiempo el hilo conductor de los poemas, otorgando unidad al conjunto a modo de bitácora con una estructura cronológica concreta (de ahí el término «Weblog»), razón por la que esta obra se abre con un poema, titulado «Niña-mujer», en el que se ofrecen imágenes recordadas de la adolescencia pasada. Desde una perspectiva heraclitiana, la simbología del agua como tiempo-vida la encontramos ya en autores como Jorge Manrique que identifica el fluir constante de los ríos con el paso del tiempo y de la vida, y el mar, con la muerte o final del tiempo vital («Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en el mar/que es el morir,», dirá en las Coplas a la muerte de su padre); pero cabe destacar el empleo de esta simbología en las Soledades de Antonio Machado, donde aparecen con frecuencia los términos: mar, fuente, río, lluvia, gota, surtidor y agua, cuyos conceptos simbolizados son: el origen, la temporalidad, la monotonía y la muerte[1]. En este sentido, en Weblog del tiempo se perciben de alguna manera ciertos reflejos machadianos, en tanto en cuanto el agua se identifica con ese transcurrir de la vida; sin embargo, los matices son cambiantes en el libro de Fernández Gomá según el poema, sobre todo en la significación del mar, que se presenta de forma caleidoscópica: como vestigio del pasado que alberga la presencia de Al-hadra (ciudad primigenia que dio origen a la actual Algeciras) y que permanece «en las capas del agua» (poema «Al-hadra»), como ruta de poniente (p. 38), como imagen de la nostalgia de sus vivencias lejanas (lo que trae a la memoria la significación del mar en Marinero en tierra de Alberti), concretamente en el poema «Verano del 60», en el que al mismo tiempo el mar constituye escenario de conflictos bélicos históricos («…El fantasma de la pólvora/aún vive en la orilla») dando muestra del talante humanista de la autora: «La historia es pertinaz y debemos aprender/de su dictado. (…) Nunca más metralla sobre la arena/ni el sonrojo de apellidarse hombre». En este sentido, afirma Albert Torés García en el magnífico prólogo que introduce Weblog del tiempo que «El mar es por tanto el símbolo de pensamientos que fluyen pero retoma también una denuncia social, una evocación humanista de lo inhumano de muchas situaciones ubicadas en el Campo de Gibraltar».
La percepción humanista que Paloma Fernández Gomá transmite en este libro ya es manifiesta en el conjunto de su obra literaria, canalizándola además a través de su pertenencia a la Asociación Internacional Humanismo Solidario, como miembro de la Junta Directiva. Al mismo tiempo, cabe destacar su incansable labor de gestión cultural que aspira al acercamiento intercultural entre España y Marruecos. En el año 2012 fundó la revista Dos Orillas, que ella dirige, en la que participan escritores, pintores, ilustradores, críticos literarios y ensayistas de ambos territorios fronterizos. Revista que obtuvo en el 2021 el VII Premio Mecenas de la Literatura Andaluza «Manuel Altolaguirre», otorgado por la Asociación Colegial de Escritores de España-Sección Autónoma de Andalucía. Asimismo, es miembro de honor de la AEMLE (Asociación de Escritores Marroquíes en Lengua Española), perteneció a la Fundación Al-Idrisi de cooperación hispano marroquí y ha sido asesora literaria del Instituto Transfronterizo del Estrecho de Gibraltar. Cabe añadir que forma parte, además, de la Junta Directiva de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios.
Desde esa perspectiva humanista, la autora dice en el poema «Ángeles sin fronteras»: «El mar guarda sus plegarias y atesora/vínculos imperecederos». En el poema «Estrecho de Gibraltar III» asevera que «Hilvanar la trama de la herida/y cruzar el Estrecho de Gibraltar/es un rito para la esperanza», y «En el mar se instalan los sueños, desplazándose/junto a la voluntad de las mareas./ África tiene su propia cadencia y la traslada/a modo de alfanje sobre el páramo del agua», todo ello en una clara alusión a la inmigración desesperada desde el continente africano a las costas españolas a través del mar donde la vida se arriesga siempre y se trunca con frecuencia. Desde esa posición humanista, Fernández Gomá concibe que se debe unir fronteras: «La mano tendida para el encuentro».
Como hemos indicado antes, la presencia del agua en sus diferentes manifestaciones, además del mar, conlleva una gran carga simbólica. En el poema «En la membrana del agua» el yo poético expresa con gran belleza: «No mires el centro del atardecer, allí habita/su último aliento/donde el ámbar se funde, quebrándose/en los arroyos, y la membrana del agua/se detiene a medio camino». En «Acertijos y mentiras» dice de forma sublime: «Los andenes rezuman humedad/y la tierra, a veces, sangra por el agua». Y en «Todavía es invierno»: «Sólo el agua transita los senos dormidos del tiempo/si la lluvia cubre los témpanos/y llevas el abrazo somnoliento de la noche en tu regazo». Pero los instantes son expresados por la autora casi pictóricamente mediante otros elementos de la naturaleza, como en los bellísimos versos del anterior poema: «Las agujas de los pinos acuden al soliloquio de las horas/cuando la tarde se desplaza por los últimos caminos/que nunca acabarás de recorrer».
Emana, por otra parte, un discurso reflexivo en muchas de las composiciones de este libro y que convive con esa música que brota desde el interior de las mismas, porque la autora no se ciñe exclusivamente al tópico literario tempus fugit, sino que el sujeto poético observa el paso del tiempo de manera contemplativa desde la perspectiva que otorga la madurez en una etapa etaria que concede el privilegio de mirar retrospectivamente aceptando los enigmas que el transcurrir y la metamorfosis de la vida oculta. «En el núcleo del frío» recuerda que «Nadar contracorriente te precipita al vacío». «Desvalidos y a ciegas» es un poema netamente reflexivo y existencialista sobre el verdadero sentido que tiene el presente y la presencia relativa del ser humano en el universo. En él expresa que «La muerte es un despropósito tenaz/que nos amenaza desde la cuna» y, sin embargo, dejamos pasar el presente porque «Escondemos temores detrás de las franquicias/buscando valores materiales como objetivo diario», concluyendo que, en definitiva, «Somos un minúsculo corpúsculo en el universo./Una estrella sin estrella que se precipita al vacío/dejando su hueco a los que han de venir». Asimismo, el yo poético acepta el paso del tiempo: «Deja que el tiempo siga tejiendo su ritmo» (poema «De nonas e idus»). Aun así, existen momentos para el recuerdo. En un espléndido poema titulado «Mi sombra» dice con gran lirismo: «Hoy volvemos a recorrer viejos caminos sin puentes/imaginando un alero imposible/donde canta el mirlo». Recuerdos del pasado que llegan a palparse como vividos en el ahora: «Las especias han traspasado el umbral/y en el patio huele a canela». El paso del tiempo se refleja igualmente en las casas, testigos de la vida allí vivida por sus habitantes de cuya esencia quedan impregnadas, por ello «sus paredes custodian las horas consumidas», razón por la cual «Cada casa tiene su música» (poema «La música de las casas»). Pero el sujeto poético es consciente de la imposibilidad de aprehender el pasado, de recuperarlo: «Apostar por el pasado es una calle sin salida/una bahía desierta/donde se deshojan los naufragios” (poema «Regresar al ayer»).
La percepción humanista se hace patente de nuevo cuando reflexiona sobre la necesidad de autenticidad y honestidad con uno mismo, porque «Cuando te haces un experto fingidor demoras tu realidad/te alejas de ti, hasta investirte de una presencia ajena/que invitas a tu mesa y desconoces por completo» (poema «Apariencia»), o cuando, con un guiño a la necesaria igualdad de género, expresa en la composición «Mujer para todo» la dedicación y las cargas asumidas por la mujer en general, cuyo tiempo transcurre en una multiplicidad de asuntos: «La mujer asume su tiempo, llevando cada vez/más horas en su maleta». Visión humanista que se refleja del mismo modo, entre otros, en el poema «Caracolas» donde, con una aparente contradicción expresiva, abandera valores humanos mediante un lenguaje racional que se sustenta a continuación en imágenes intuitivas: «No a la codicia, no al odio/en la arena las olas rompen/y llegan acompañando el eco dormido de mar,/que habita en las caracolas».
Por otra parte, el sujeto poético se dirige a menudo a un tú imaginario que realmente es el reflejo de sí mismo, pero al mismo tiempo entabla una comunicación con el/la otro/a, que es el/la receptor/a de su palabra poética. Sin dejar a un lado la manifestación lírica de una sentimentalidad propia, la autora se dirige a la otredad desde un compromiso humanista que, a la vista de lo expresado por Francisco Morales Lomas en su libro Palabras en el tiempo ─Antonio Machado─, entronca en este sentido con la poética machadiana, dado que refiriéndose a esta expone:
Es una visión del sentimiento de raíz cívica, fraternal y empática que nos permite hablar ya en Machado de un profundo humanismo solidario en su lírica, por cuanto el objeto sentimiento que habitualmente el poeta lo entiende como algo personal e intransferible en la lírica de Machado adquiere un valor colegiado, ecuménico, se amplifica y pierde su dimensión individual. El sentimiento del poeta no es un estado de ánimo personal sino colectivo. (…)
Por tanto, su raíz tiene una construcción ética relevante en tanto deja de ser un “yo-único” para englobarse en un “yo-nosotros”[2].
Es ese «yo-nosotros» (esa amplificación del yo) el que se aprecia en Weblog del tiempo, de Paloma Fernández Gomá, en coherencia con los principios que defiende Humanismo Solidario. En este libro, la otredad se deduce a veces o se manifiesta de manera expresa otras.
Estamos, por tanto, ante una obra lírica y humanista que tiene como tema principal el paso del tiempo, sustentada fundamentalmente en una expresión poética intuitiva (aunque a menudo también racional), y que está dotada de una musicalidad que aflora en relación al transcurrir de la vida, dentro de un tiempo personal como punto de partida. Dijo Antonio Machado en el texto que envía a Gerardo Diego con motivo de la Antología que este prepara en 1932 que: «al poeta no le es dado pensar fuera del tiempo, porque piensa su propia vida que no es, fuera del tiempo, absolutamente nada»[3].
Son, por tanto, tres ejes básicos los que confluyen en este libro: una concepción de la temporalidad de la vida como tema principal, una perspectiva humanista y una musicalidad que emana de sus poemas, porque, como afirmé al principio, la poesía es música compuesta con palabras, y Weblog del tiempo, de Paloma Fernández Gomá, constituye un claro ejemplo de ello.
[1] Hernández Guerrero, J. A. y García Tejera, M. C.: «El agua en las “Soledades”: semántica y simbolismo». Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.
Recuperado desde: https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-agua-en-las-soledades-semantica-y-simbolismo/html/f311c9ea-1dd1-11e2-b1fb-00163ebf5e63_2.html
[2] Morales Lomas, Francisco: Palabras en el tiempo ─Antonio Machado─, Poéticas Ediciones, Málaga, 2020, pp. 30 y 31.
[3] Machado, Antonio: Desde ob. cit., p. 13.