MANUAL DE SUPERVIVENCIA

 LUIS GARCÍA MONTERO

Conocí a Ramón Martínez como estudiante en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. Después compartí sus esfuerzos de doctorando disciplinado mientras realizaba una tesis sobre Federico García Lorca e indagaba las diferentes posibilidades abiertas para su teatro. Frente a la apuesta comercial y frente a una opción de ruptura vanguardista como oferta reducida a las élites, se consolidó en García Lorca la posibilidad de una tercera vía, una lectura de las tradiciones capaz de sostener a la vez la dignidad artística y el diálogo con el público. Nacido en Fuente Vaqueros, el doctor Martínez se interesaba en conocer el pasado de su pueblo a través de un autor que siempre respetó la mirada popular.

Luego puede conocer el trabajo de Ramón como profesor de literatura en su instituto de Pinos Puente. Comprobé la fertilidad de su vocación educativa, ese vínculo que se crea entre profesor y alumno, esa amistad que permite dejar herencias y heredar ideas, admiraciones, inquietudes y compromisos. Cuando se produce, la lealtad entre profesores y alumnos es la mejor metáfora de las bondades de un contrato social.

Junto a su dedicación a la enseñanza, la voluntad poética siempre ha acompañado sus ilusiones. Fui conociendo los poemas de los libros Septiembre en los armariosAbril deshabitado Los que soñamos con la luna. Ahora publica su Manual de supervivencia. Y eso es la poesía, un ejercicio de supervivencia, un ajuste de cuentas con la realidad, un modo de buscarle sentido al mundo que habitamos.

La madurez permite a Ramón aventurarse a publicar su propio manual en esta tarea, que es de supervivencia porque la energía de la vida se mueve de manera contradictoria entre la plenitud y el abismo. Siguiendo una tradición becqueriana, este libro es al mismo tiempo una historia de amor y una meditación sobre la poesía. Desde el principio nos acerca a una belleza que hace estragos, a una plenitud que abre su interrogatorio para formular preguntas sobre la soledad, el silencio, las palabras queridas y las alegrías que llegan a compartirse.

El tono de los poemas tiene un intencionado e insistente aire de realidad vivida, de experiencia que ha dado lugar a conclusiones. A veces se desliza la rima como una voz que llega del remoto pasado de la poesía, un viento popular que se acerca al presente y deja testimonios. Parecen respuestas, pequeñas declaraciones, aforismos, lecciones largas, pero resumidas en la brevedad de unos versos que han aprendido de la condensación de las coplas y de las canciones líricas depuradas.

El libro se instala en la apuesta por el todo o nada, juega en las paradojas y las enumeraciones, insiste en lo aprendido, en las bellezas del dolor y en la felicidad que sólo se comprende cuando nos ponemos en peligro de naufragio. La lucidez es una opción compleja porque la escritura nace en el recuerdo de un fluido condenado a encontrarse y a perderse. La plenitud y el fracaso se imponen como un destino, como una forma de predestinación.

Ramón Martínez deja testimonio de su vocación, de su fe en la poesía. Es la forma que tiene de entender la tarea humana de vivir, enamorarse, atreverse a una declaración, y luego a una confesión o a un recuerdo. Es también su forma de entender la poesía. Se trata de sentir, pensar y contar las cosas de manera ordenada en un Manuel de supervivencia.

Manual de supervivencia

Ramón Martínez López

Valparaíso ediciones (Granada, 2020)

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