EULOGY  OF  TIME.  Anthology  of  poetry  1996-2021” / ELOGIO DEL TIMPO. Antología de poesía 1996-2021”. Antología Bilingüe (español/ingles), de José Sarria.

Por Pilar Sanabria Cañete.

La primera parte de esta antología, nos guía y nos dirige a pensar que la poesía de José Sarria persigue una identidad que lo lleva a lo más auténtico de su esencia poética, es decir, a lo más genuino de esa memoria, de todos esos mundos que conforman la nomenclatura, la idiosincrasia del ADN del “corpus lírico” que habita.

La patria de Sarria es el corazón, es la raíz que viene curtida ya, totalmente honda de una tierra que le hace deshacerse en colores, olores, tactos, sabores, sonoridad: una tierra que es su templo, que el adalid de su intrahistoria, una tierra que es su biografía. Por esa senda y esa zubia lírica discurre este “elogio del tiempo”, y es un elogio porque no hay lugar para malgastar ni un espacio de cómo el recuerdo y las vivencias se han depositado, con eso poso indeleble y rotundo en la poesía de José Sarria.

Es como si desde esta poesía se convocase a lo eterno, aún elaborando la misma con los materiales más terrenales. Pero esa percepción de lo que es más efímero o transitorio, es elevada por el poeta a esa perennidad casi paradisíaca como el lugar común que desea que transitemos todos. Sitios descritos y sentidos pero que su poesía hace nuevos porque crea una atmósfera de novedad propia de un poeta que está inscrito en la tradición intimista de la poesía española de recuperar la infancia, la adolescencia, el anhelo del retorno a esas regiones que han sido las sedes de esas épocas que, en estos versos, se tornan con caracteres elegíacos.

Por cierto, hay un poema en la antología titulado “Fragmentos”, y en él escribe:

“Ser, sin estar en el tiempo”.

“Sé lo que soy, en ese no tiempo, en ese no lugar”.

Sin duda, esta es una forma de no estar condicionado por ese paso del tiempo que a todos se nos antoja terrible por su implacable verdad, es como separarse de ese alejamiento a lo vivido que nos impone.

En la antología se aprecia también una nostalgia, yo diría que “suave”, “tenue”, que más bien por momentos parece complacencia, o tristeza vista desde la felicidad. De esa claridad participa todo: lenguaje, vocabulario, tono y temas; la emotividad y el acentuado sensorialismo están filtrados por la inteligencia, concede un amplio espacio a “lo emotivo”, mediante recuerdos, ensoñaciones y gradación del pasado contemplado desde una distancia tal que lo torna paradisíaco, curiosamente no porque el presente sea desdicha y se necesite el apoyo de un ayer feliz para poder sobrevivir; el pasado no es evasivo, sino parte, complemento del presente. Ese complemento ha sido siempre una constante en su poesía.

Dice Borges en su prólogo a la poesía completa de William Blake: “Un libro es una cosa entre las cosas hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Ocurre entonces la emoción singular llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica”.

Esos símbolos de la imaginación de un hombre pasan a ser parte de los recuerdos personales de muchos otros. Pienso que este es uno de “los preceptos” de este “elogio del tiempo”, la continua transmisión  como operación esencial del arte que provoca ese encuentro, esa especie de misión mística que es la belleza, ha sido esa la ruta, la comunión final con todos, la pretensión de José Sarria como poeta.

Para finalizar hay un poema titulado “La Tarde”. En el afirma:

“Este es mi hogar: entra no te inquietes”. Pues con esa premisa, quiero que todos los que leáis “Elogio del Tiempo” entréis en este hogar poético de José Sarria. Una invitación que nadie puede rehusar, pues todos somos la continuidad de estos poemas, el fin último, la causa y la vida misma de todos ellos.

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