Por José Antonio Santano
Títulos: Esencia / Solo inclasificable
Autor: Efi Cubero
Editorial: La Isla de Siltolá (2019-2021)
Es costumbre, diría que obsesión, mirar el buzón de correos varias veces al día. Me estimula pensar que hallaré algún libro amigo. Y la verdad es que tengo suerte, porque sucede alguna vez que otra durante la semana. No hace mucho tuve la fortuna de recibir dos en un mismo sobre. La edición de ambos era extraordinaria: sencilla y elegante, muy agradable al tacto, pero sobre todo eran dos libros notables en la trayectoria literaria de su autora, Efi Cubero (Granja de Torrehermosa, Badajoz, 1949), del sello editorial La Isla de Siltolá. Comencé la lectura por Esencia, que me sorprendió por su esplendorosa prosa y la temática: el arte en sus distintas manifestaciones a través de sus protagonistas. Sirva como ejemplo este párrafo del dedicado a Pablo Picasso: «—¡Sólo tiene ojos! — afirman que exclamó la tía del pequeño Pablo cuando delgadísimo y frágil comenzó a abrirlos al poco de nacer (…) Ojos penetrantes y profundos… Es la intensa mirada de la seducción, la fijeza abrasiva de atrapar lo que observa sin darle tregua al tiempo ni resquicio al olvido…»; luego escribe pensando en el Guernica: “Todo el dolor se halla aquí representado: la noche de las noches, sin consuelo frente a la huella helada de Caín. Una abrasadora acción sangrienta que turba las conciencias llenándolas de horror y de ceniza. Todo está estructurado por la mano que ordena. Por la mirada que escenifica el odio y lo plasma sin que le tiemble el pulso fijando la locura inhumana del hombre”. Seguirán a Picaso otros como Doménikos (El Greco), Da Vinci, López Hidalgo, Kapoor, Velázquez, Gauguin, Monet, Mora, Turner, Antonio López, Pollock, Rembrandt, Hütte, Rodchenko, Carmen Laffón, Tàpies, Caravaggio o Goya, entre otros, y en todos, la esencialidad de la palabra de Efi Cubero, que viene a decir que “el arte nos salvará ante toda adversidad, pues es “un soplo de esperanza que se elevará sobre la podredumbre y los escombros”. En Esencia hallará el lector no solo a las figuras más representativas del arte universal, sino también la expresión poética de sus obras de una manera magistral.
El otro libro: Solo inclasificable es un poemario que entronca con ese estado de ánimo que se perpetua en el subconsciente de tal manera que el poeta se acomoda a él para vivir intensamente cada leve rumor de la palabra, hasta abismarse ineludiblemente sobre el calmo silencio. Efi Cubero nos transporta así a un lugar desconocido y misterioso, donde solo habita la soledad en un espejo que refleja el tiempo vivido y por vivir y en el cual el vacío permanece invariable. Escribe, a cuento de lo dicho, la poeta extremeña: «Un solo se interpreta en el vacío: / su ejecución te impedirá el reposo. / Aristas acusadas / en una dimensión extemporal, / abismo de absoluto, / ascensión de fracaso. // Solo inclasificable». La soledad se acompaña de músicas y vuelos de avecillas, el sol calienta las mañanas y las noches se adornan de sueños inalcanzables, mientras que Efi se adentra en un jardín colmado de palabras y silencios, para ser agua y semilla, el fruto de la nada que crece y crece en lo absoluto, como la música. Dividido en cinco partes: acordes, contrapunto, allegro, andante y adagio, el poemario vuelve a tomar el sendero del arte, en este caso de la música y amalgamado con el hecho poético. Y es que mucho tiene que ver la música con la poesía, o, viceversa. Una y otra se complementan beben de la misma fuente el agua que las sustenta. En cada una de las partes del libro la poeta es una y distinta, para conseguir una voz que resplandece, que aúna singularidad y belleza, hondura, pero, sobre todo, emoción, sin la cual la poesía no sería poesía. Solo inclasificable es un libro evocador de ausencias que solo el amor es capaz atemperar en el tiempo de la existencia; y vital, como lo es su autora, Efi Cubero, y así lo atestigua: «Hallar el corazón / del acontecimiento, / descorrer las cortinas, / reivindicar el hecho / de que sigues aquí. / Para eludir la muerte / atestiguar la vida».