Crítica literaria sobre el libro de poesía BILINGUAL ANTHOLOGY (Anáfora Editorial, 2024), de Francisco Muñoz Soler

Por Fuensanta Martín Quero

Francisco Muñoz Soler es un poeta malagueño prolífico y de proyección internacional dado que cuenta en su haber con cerca de treinta libros de poesía publicados en quince países (España, Estados Unidos, México, Cuba, India, Italia, Suecia, etc.) y ha participado en múltiples eventos de diferentes lugares del mundo entre festivales internacionales de poesía, de literatura, ferias del libro, presentaciones y congresos. Además, su obra ha sido traducida a diecisiete idiomas.

Como gestor cultural, ha sido organizador en Málaga del Ciclo Poético Plenilunio y El Escarabajo de Oro, de relatos, así como coordinador del Ciclo Voces Compartidas, promovido por la Asociación Colegial de Escritores, Delegación de Málaga.

Ha publicado en más de 100 revistas literarias.

Su último libro, BILINGUAL ANTHOLOGY (Anáfora Editorial, 2024), constituye una selección antológica bilingüe español-inglés de la obra de Francisco Muñoz Soler, con un total de 126 textos entre poemas y prosas poéticas publicados entre 1978 y 2023. La traducción al inglés se ha realizado por María Postigo.

Adentrándonos en el libro, de la lectura del mismo lo primero que llama la atención es la insistente aparición del vocablo ‘vida’. La significación global de la obra de Francisco Muñoz Soler gira en torno a la relación del concepto vida con otros de universal expresión poética. Concretamente, aparece con frecuencia una contraposición entre vida y muerte, pero también entre vida y falta de libertad, vida e injusticias o, como él mismo expresa, entre vida y «no vida». Por tanto, el eje sobre el que gira su mirada poética es ese concepto, tanto si el sujeto poético se manifiesta en primera persona como si no lo hace.

Dijo en cierta ocasión Rafael Alberti que no se es mejor poeta por claro, pero tampoco por oscuro. No es la oscuridad, sino la transparencia lo que caracteriza esta obra, si bien se trata de una transparencia expresada mediante un lenguaje sutilmente emotivo a veces y en otras ocasiones desgarrador,  siempre dotado de lirismo. Ambos rasgos (claridad y lirismo) lo acercan directamente al lector o lectora, así como los temas que aborda por el carácter universal de los mismos. Por otra parte, a lo largo del libro recurre a una ingente cantidad de citas de autores y autoras reconocidos que preceden a buena parte de los poemas. El versolibrismo, bien ejecutado en cuanto a la cadencia interior que lo sustenta, además de la prosa poética como forma adoptada sobre todo a partir de 2017, también caracterizan esta obra.

Partiendo de esa percepción expresada con nitidez sobre la vida, el sujeto poético es plenamente consciente de la finitud del ser humano. Esto le lleva a plantearse con frecuencia la razón del vivir y cuáles son los enigmas de la muerte y de lo que puede haber después de esta. Sin embargo, casi todas sus composiciones concluyen en una línea ascendente hacia la esperanza y un canto al presente y al gozo de estar vivos, de tal manera que la vida se presenta enfrentada a la muerte de forma victoriosa por cuanto de real tiene en el instante presente. «Pero mientras aquí estemos, vivamos, vivamos de verdad», expresa el poeta en uno de los versos.

En el libro se desarrolla un planteamiento existencial que parte de esa idea de finitud. Desde esa óptica, Francisco Muñoz Soler pretende retener en algunos poemas el amor al padre ausente y el amor a su hijo. En la composición titulada «En mis manos una fotografía con mi padre y mi hijo», de 2002, afloran la añoranza y el vacío vital que la ausencia del primero produce en el autor. Ambas figuras, padre e hijo, constituyen parte esencial de su vida y, a su vez, la representación del pasado y del futuro respectivamente y, por tanto, una sucesión en la línea vital que no concluye con la muerte del primero. La persona de su padre es rememorada o bien realzada en otros poemas, por ejemplo en el titulado «Me quedo con el beso que me dio mi padre», que escribió días antes de su pérdida. Se trata de una composición escrita con tono elegíaco pero centrada en el amor hacia su progenitor y el recuerdo bello de él, reflejo de ese hálito vital esperanzador y optimista al que me refería antes. Por otra parte, igualmente el amor paternal del autor es expresado en versos como los del poema «Te palpo en la esencia de tu madre», del año 1999, en el que dirigiéndose al hijo concebido y no nacido aún dice de forma sublime: «Te acaricio con cariño, con la esperanza/de transmitirte vibraciones de amor/por el canal que para ti he abierto/desde mi corazón hasta el final del tacto».

Dentro de ese marco intimista y en relación con lo anterior, el sujeto poético es consciente del paso del tiempo y recuerda el pasado, la niñez y a las personas ausentes. Por ello siente una profunda necesidad de abarcar la plenitud de la vida a través de una búsqueda incesante de sí mismo y, como expresa en un verso, también de lo «hermoso, lo noble, lo magnífico». El poeta toma conciencia de la fragilidad del ser humano en el universo y recurre a menudo al autoconocimiento como vía para alcanzar la plenitud en un tiempo finito. A través de la introspección se realiza una búsqueda de la paz interior, de sí mismo y de la vida gozosa frente a lo que él denomina la «no vida».

Si los conceptos vida y muerte dan lugar a planteamientos internos del autor, el amor constituye el tercer pilar fundamental del conjunto de poemas intimistas de este libro, completando de esta forma los tres grandes ejes en los que se resume la literatura universal (vida, muerte y amor), que Miguel Hernández expresó de manera inigualable en su poema «Llegó con tres heridas». En un claro elogio del amor dice Muñoz Soler: «es insoportable tener el corazón hueco».

Además del amor como hijo y como padre ya referido anteriormente, en los poemas seleccionados en este libro correspondientes al año 2011 es el amor pasional el tema central de los mismos. La ausencia de amor o de la persona amada provoca un vacío en el sujeto poético, pero por otra parte también aflora el recuerdo de momentos placenteros. De hecho, en una bella prosa poética de 2023 el deseo carnal se erige en dominador de la persona como algo ineludible, y sobre el mismo dice su autor: «desaparecen las reglas, en las que se basa el mundo, todo gira alrededor de ese punto de ignición en el que se estremece cuanto eres: ardes en la luz del deseo». Los momentos de sensualidad e, incluso, de erotismo expresado poéticamente son rememorados en «Vuelvo a la memoria de tu cuerpo». En el poema «Corpórea sonoridad del silencio», en cuyo título encontramos una clara antítesis y paradoja entre los vocablos ‘sonoridad’ y ‘silencio’, se nos presenta un sujeto poético anhelante ante la distancia del ser amado. Se trata de un anhelo silencioso, un amor no correspondido o en silencio, de ahí esa paradoja expresada en el título para acentuar la intensidad de la emoción interna no manifestada. En otras ocasiones siente una «pulsión de desdicha» en «días de senderos aciagos» ante la frialdad de la persona amada, o bien una necesidad de «renacer en otros ojos, bálsamo de desamparo», como expresa el autor en el poema «Caer, volver, soñarme y que me sueñen», título traído de un verso del poema «Piedra de sol», de Octavio Paz.

Cabe señalar que a lo largo del libro se alternan el intimismo y la poesía de carácter social. De hecho estos son los dos bloques temáticos principales que lo conforman. Del primero ya he señalado los aspectos fundamentales. Respecto al segundo, hay que resaltar que existe un discurso social en muchas de las composiciones de esta antología a favor de los más desfavorecidos de este mundo y una crítica sobre la pasividad existente ante las injusticias. La contraposición opresor/oprimido aparece con frecuencia en los versos. En el poema «Atenazado», escrito en 1982, el poeta ya es consciente de que la juventud (la suya) se va marchando en mitad de la «alienación de la sociedad», tal como él expresa. Esta perspectiva la irá plasmando a lo largo de su obra poética posterior que aparece en el libro. Muñoz Soler utiliza el lenguaje poético adrede para transmitir al mundo una visión desoladora de la humanidad por cuanto de injusticias se engendran dentro de ella, y entiende desde una posición humanista que precisamente la palabra, y concretamente la poética por la visión lúcida, profunda y cosmogónica que transmite, debe ser vehículo por medio del cual se airee con actitud crítica las aberraciones contra natura y contra la vida que aquejan a una buena parte de los seres humanos. El poeta no puede permanecer indiferente ante el mal, y la poesía tiene un sentido similar al expresado por Gabriel Celaya como «arma cargada de futuro», razón por la cual a menudo hace un llamamiento, tanto expreso como tácito, a los poetas para tal fin. El autor contrapone la poesía frente al consumismo y al «adormecimiento» del ser humano; asimismo, se conmociona ante la pena y el sufrimiento ajenos y critica a los que permanecen indiferentes y solo atienden a la codicia y a la satisfacción de su propio ego. Mediante un lenguaje poético desnudo, emotivo e intenso, defiende la libertad frente a los opresores y concibe la poesía como un medio de reavivar conciencias e impulsar el amor y la compasión dirigiendo de esta forma una mirada a la otredad. Su percepción crítica y humanista se intensifica cuando pone el foco de atención en la muerte de miles de niños por inanición, la hambruna, la pobreza, la opulencia generadora de la misma, la barbarie, los refugiados, la represión y la ausencia de libertad, la homofobia, la insolidaridad, el sufrimiento de los migrantes, la violencia, la guerra y la posguerra e, igualmente, los hechos que provocan el cambio climático. Pero, además, en composiciones del año 2023 no duda en defender la libertad de la mujer con mensajes claramente feministas. «Mi vida es un derecho innegociable» es el título de una de las prosas poéticas en la que pone de manifiesto la libertad de decidir de la mujer sobre su propio cuerpo. La mujer no es «sinónimo de ser vasija reproductora, sin ningún derecho sobre su vida y su cuerpo», dice en el citado texto. Pese a todo ello, la desazón del poeta se transmuta en esperanza al final de cada composición transmitiendo la idea de que el bien siempre se superpondrá al mal al tiempo que expone su vocación de defensa de la alegría. Por otra parte, concibe el poder de la imaginación a través de la palabra como vía de escape poderosa que permite visualizar el orden natural y justo en el que la humanidad debería fraguarse. Los sueños, entendidos así, constituyen un detonante de la no sumisión.

El concepto de libertad es traído a menudo en el libro desde diferentes ángulos: la libertad de expresión, la libertad de hacer frente a la represión y la libertad en cuanto a la fe se refiere. Respecto a esta última, afloran pensamientos filosóficos sobre la certeza de los dogmas: «porque la certeza es la incertidumbre», expresa el autor con una potente paradoja. La religión es concebida por él como forma de sometimiento. El planteamiento sobre la fe surge en poemas como el titulado «AMÉN», en el que desde una conciencia crítica se concibe esta dentro de un dogmatismo con reglas férreas y, en consecuencia, como imposición y forma de sometimiento de los que la siguen. Entendida así, la fe se contrapone al hecho de estar al servicio de los demás y del mundo. Esta concepción se concreta aún más en el poema «Solo puedo creer», en el que se expresa la aceptación de la creencia en
Dios si esta hace libre a las personas. Para el autor ni la fe ni la religión pueden asfixiar la libertad del ser humano porque constituye eje fundamental de su existencia.

Entre los poemas de carácter social de esta antología, deseo resaltar dos de ellos por sus peculiaridades. El primero, titulado «La aurora», data de 2009 y está a su vez subdividido en dos composiciones o partes: «I. La aurora en la Bahía Hudson» y «II. Aurora en la desembocadura del río Hudson». Realmente se trata de dos poemas diferenciados pero agrupados como partes por la interrelación que guardan entre ellos. Se contraponen el cielo observado por el sujeto poético en el primer poema y el final del cauce del río en el segundo; es decir, el binomio vida y muerte desarrollado a lo largo de la obra de Muñoz Soler es expresado aquí de forma simbólica mediante dos poemas con significaciones contrarias a través de la metaforización del amanecer como inicio vital, por una parte,  y de la desembocadura del río como final de la vida, por otra.

Cabe resaltar la alta calidad lírica de ambos, con gran riqueza de imágenes y un lenguaje poético muy intuitivo, razón por la cual es mi deseo mencionarlos. El primero de los citados es descriptivo del amanecer en la Bahía de Hudson y la emoción evocada en el sujeto poético, un alba purificador y bello cuyo equilibrio guía «con su cotidiana experiencia los silencios/de la oscura claridad del paraíso del crepúsculo», dirá el poeta en la última estrofa. El amanecer es percibido como «hálitos de vida», en contraposición con el segundo de los poemas en el que la desembocadura del río constituye, como hemos indicado, una metáfora del final de la vida en el mismo sentido simbólico ya expresado por autores como Jorge Manrique y Antonio Machado. Este segundo texto es descriptivo de la ciudad, antítesis de naturaleza; la urbe, con sus prisas, su cotidianidad, sus leyes y sus angustias, pero también con la pobreza, el hambre de la periferia y la falta de esperanza ante ese turbio panorama, recordándonos con ello el poema de García Lorca «Navidad en el Hudson» de su libro Poeta en Nueva York, en el que en varios versos dice: «He pasado toda la noche en los andamios de los arrabales/dejándome la sangre por la escayola de los proyectos,/ayudando a los marineros a recoger las velas desgarradas./Y estoy con las manos vacías en el rumor de la desembocadura». De hecho, esta doble composición de Muñoz Soler viene precedida por una cita del insigne poeta granadino correspondiente a su poema «La aurora» del libro citado que, con similar tono desesperanzado, dice: «La aurora llega y nadie la recibe en su boca/porque allí no hay mañana ni esperanza posible».

Por otra parte, las referencias a Málaga, su ciudad natal, se producen de manera nítida en varias composiciones como la titulada «Málaga» o «Huérfano en la Ciudad del Paraíso» en donde se rememora a Vicente Aleixandre aludiendo al poema que le dedicó a esta ciudad y en el que la exalta de forma sublime, de tal manera que el hecho de que el sujeto poético se adentre en esos versos alivia en él el sentimiento de nostalgia de momentos amorosos pasados. Asimismo, cabe resaltar una tercera composición donde la capital malagueña es traída por el poeta a partir de un hecho histórico trágico que fue el conocido como «La Desbandá». Concretamente, en la prosa poética «En la somnolencia de la tarde» el autor menciona a través de la madre anciana la huida de miles de personas desde Málaga hacia Almería por la carretera que unía ambas ciudades en plena Guerra Civil, siendo ella una de las niñas que formaban parte de esa población desesperada ante la masacre y el terror provocados por los bombardeos procedentes de los barcos que lanzaban, en palabras de Muñoz Soler, «señales de muerte».

Con todo lo expuesto, cabe concluir que Bilingual Anthology, de Francisco Muñoz Soler, constituye una magnífica antología de poemas de base existencialista en la que el ser humano es protagonista desde el espacio de la intimidad pero también como ser social que forma parte del conjunto de la humanidad. Un libro cercano por su transparencia y por su lirismo, por su ritmo interno y por abordar emociones y pensamientos universales, y caracterizado por ofrecer una mirada interior pero también hacia la otredad, con una constante preocupación hacia el sufrimiento ajeno,  la falta de libertad y la sinrazón de los males que atenazan al mundo. Con ese doble enfoque, profundamente intimista y manifiestamente humanista, nos encontramos con una poesía de vocación globalizadora por su contenido y dotada de una bella expresividad lírica, transparente y precisa, cuya raíz se encuentra en un discurso reflexivo y emocional procedente de la extraordinaria autenticidad de su autor. La circularidad de este libro viene reflejada en el último poema del mismo, titulado «He nacido», en el que de forma concluyente Francisco Muñoz Soler dice volviendo al concepto vida y la búsqueda de su sentido: «He nacido para cuestionarme la esencia de la vida, posiblemente/Dios me dé una reprimenda,/pero si no lo hago, qué sentido tiene nacer.»

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