De todos es conocida la novela Moby dick y de igual forma a su autor, Hernan Melville. Los lectores siempre unirán el nombre de Melville a la mejor narrativa americana, pero quizá menos sepan que también ejerció de poeta. Citar su nombre es abismarse en los mares y en la pesca de ballenas, entrar en las aguas procelosas de la memoria para descubrir las vidas de unos hombres que siempre bordearon la tragedia por un puñado de monedas. Sin embargo, la poesía es capaz de mostrarnos todos los mundos posibles, como lo hizo Herman Melville (Nueva York, 1819-1891), como poeta, aunque tardío, no por ello menos destacable, tal que se puede comprobar en esta selección de su poesía, realizada por el profesor y poeta cubano Axel Presas. Y ciertamente, así es que su poesía atrae siempre hacia el mar. Presas escribe que “en la poesía de Melville el paisaje es el mar y el mar e es el paisaje, los barcos son objetos de un espectáculo inconmensurable que es el océano”: Grita el ave marina, sobrevolando arriba, / “¿Tripulación, la tripulación?” / Y la ola, temeraria, vagabunda, / ¡Se mueve nuevamente! En algunos poemas también hallaremos al poeta romántico, “el que escribe sobre jardines, villas romanas y la hermosura de la campiña” dice Presas (Las belicosas águilas cierran su ala, / Pero no ante la influencia de César; / Cantamos que Roma no ha sido vencida por brazos romanos, / Como en el día de Farsalia…), y a más, al poeta místico “que se adentra en temas religiosos haciendo énfasis en el Oriente” (El amuleto sirio de Salomón aparece; / Ópalo y anillo supremo. / Los rayos que alumbran este vino mago / Se exaltan de las apariencias divinas). La profunda reflexión sobre todo lo sucede alrededor del poeta es siempre una ocasión única para la creación. Melville, al igual que otros muchos poetas, supo tomar de la realidad su parte más trascendente para transformarla en otra realidad, la que se hospeda no solo en la observación, sino en la emoción que siempre ha de existir en todo poema, si así se quiere llamarse. El hombre, el poeta, con su experiencia, el conocimiento y los afectos ha de construir un universo donde la verdad, su verdad, sea irrefutable. El hombre y el poeta al unísono, en un mismo canto capaz de conmovernos, capaz de hacernos más humanos, si cabe: “Todas las guerras son inmaduras”, nos dice el poeta en su poema La marcha hacia Virginia, aquí nos habla de los muchachos combatientes, de su entusiasmo para alcanzar la gloria, pero ¿qué es la gloria?: Todo lo que ellos sienten es esto: esto es la gloria,/ Un afilado arrebato, aunque transitorio, / Aún imperecedero en ficción enaltecida. / Así van ellos a combatir, / Conversando por un lado, riendo por el otro. Esta antología a cargo de Axel Presas es un motivo más para apostar por la poesía como el instrumento capaz de salvar almas y presentir que la esperanza del género humano está en ella. Esfuerzos editoriales como este de Poéticas es un motivo también de esperanza y satisfacción, por entender que un mundo sin poesía no es sino un lugar oscuro y tenebroso, vacío, sin futuro, así con esta particular aportación sabemos que está en el camino de la luz.
Título: El temerario y otros poemas
Autor: Herman Melville (traducción Axel Presas)
Editorial: Poéticas (2019)