Por ENCARNACIÓN SÁNCHEZ ARENAS

         Nivaria Tejera (Cienfuegos, Cuba, 30 de septiembre de 1929 – París, 6 de enero de 2016)​ fue una poeta y novelista cubana. Tejera vivió gran parte de su vida en París. 

         Entre sus poemarios tenemos Luces y piedras (1949), Luz de lágrima (1951), La gruta (1952), Innumerables voces (1964), La barrera fluídica o París escarabajo (1976), Rueda del exiliado (1983), Martelar (1983).

         Como indica Andream Gremels en “Sueños y desencuentros con la Revolución cubana: la memoria del exilio en la poesía de Nivaria Tejera”, como capítulo del libro Casa en que nunca he sido extraña: las poetas hispanoamericanas: identidades, feminismos, poéticas (Siglos XIX-XXI), de Milena Rodríguez Gutiérrez, ed., el poema “La Habana un día” es un ejemplo de cómo Tejera trata de liberarse de Cuba sin poder huir o separarse de ella. A diferencia de Rueda del exiliado, que hace hincapié en las dificultades existenciales del exilio, en “La Habana un día” Tejera vincula el conflicto de la “des-nación” cubana con la capital de la isla. El tema de la liberación se observa en este poema a nivel gráfico, es decir, en la constelación o dispersión de las palabras en la página. Los versos que desbordan este espacio de manera irregular, ilustran los movimientos inestables y discontinuos que se observan en la literatura cubana desde sus principios: /La Habana un día/ Un día/ mi palma crecerá hasta la Manchuria/ un buen día/ pueblo mío/ tú crecerás sobre el mar/ de pronto un día/ los obreros felices pensarán en su ciudad/ inventarán rampas infinitas…/.

         Apuntamos que podemos encontrar también la perspectiva exiliada en otros poemas de Tejera  en los que París se convierte en protagonista; por ejemplo, en el poema “¿Dónde están…?”, que nos   muestra el desencuentro entre la sujeto hablante y la ciudad de París, como si una y otra ocuparan lugares distintos, y no consiguieran encontrarse; un desencuentro donde la hablante, en este caso, no es siquiera objeto de mirada: /¿Dónde están las calles de París/ sus gentes silenciosas, su hambre?/Desde mi ventana miro pasar los hombres/ Todos marchan tan solos que apenas existen./Existen como un escaparate, un tren, o un periódico / que vuela solitario en el tiempo de la noche./Yo tengo hambre y no puedo acercarme a nadie para decirle:/ “Tengo hambre”./Yo los amo y no puedo acercarme a nadie y decirle:/ “Yo le amo”.

         En cualquier caso, las construcciones de los poemas de Tejera en torno a la ciudad de París revelan radicalmente su marca, su dimensión exiliada, y ponen de manifiesto la veracidad de esa afirmación de María Zambrano: “Falta ante todo al exiliado el mundo, de tal manera es así que no sólo se es exiliado por haber perdido la patria primera, sino por no hallarla en parte alguna”, como indica Milena Rodríguez Gutiérrez en Cuadro de texto: DOSSIER“Dos poéticas del exilio cubano.  Nivaria Tejera y Magali Alabau: París / Nueva York, o el espacio que no es”.

(PUBLICADO EN EL DIARIO JAÉN EL 03-12-2022).

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