CON LA POETISA CONCHA GARCÍA

Por ENCARNACIÓN SÁNCHEZ ARENAS

Concha García, poeta española nacida en La Rambla, Córdoba, 1956. 

         Entre sus poemarios citamos Rabitos de pasas (1981), Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas (1986), Otra ley (1986), Ya nada es rito (1988), Desdén (1990), Pormenor (1992), Ayer y calles (1995), Cuántas llaves (1998), Árboles que ya florecerán (2001), Diálogos de la hetaira ( 2003), Lo de ella (2003), Ya nada es rito y otros poemas, 1987-2003 (2007), Acontecimiento (2008), El día anterior al momento de quererle (2013), Las proximidades (2016), Vasta sed (2020), Cuota de mal (2022).

         En Árboles que ya florecerán las dudas y el desconcierto persisten al final del libro, también la sensación de derrumbe, de fracaso, que estaba tan presente en Cuántas llaves, el deseo de trascender la realidad cotidiana y su imposibilidad. Sorprende de este libro su coherencia con la obra anterior y la manera en que la poeta es capaz de avanzar en su capacidad de transmitir su concepción del mundo y del ser sin renunciar a expresarse como un yo múltiple, a pesar de la dificultad que comporta para el lector. Las voces del yo se superponen pero no se solapan y rinden perfecta cuenta, como afirma en uno de sus versos, de que “el horizonte del ser es poroso”, según Rosa María Belda en diablotexto 6(2002). Y cito los siguientes versos de este poemario: / Una especie de mí que no soy yo/ deja perpleja la estela de la tarde/ en esos extraños recorridos/ donde el labio estanca su decir. /.

         El libro Ya nada es rito y otros poemas 1987-2003,  sitúa la poesía de Concha García en su evolución en el tiempo, desde las búsquedas iniciales de un nuevo lenguaje a través de la radical ruptura con el lenguaje dominante, para dar expresión arriesgada y convincente a la vivencia erótico-amorosa en especial (en Otra ley, 1987, Ya nada es rito, 1988 y Desdén, 1990), hasta el fundamental Pormenor (1993), que abre una segunda etapa centrada ahora en la cotidianeidad de un sujeto femenino múltiple y, como será ya habitual en Concha García, descentrado, que celebra la vivencia pero que también la padece (en Ayer y calles, 1994, Cuántas llaves, 1998 y Árboles que ya florecerán, 2001). Queda la última entrega poética, Lo de ella (2003), cuya principal novedad reside en la brevedad de los poemas, lo cual permite la expresión condensada y cargada de sentido de una voz poética ya familiar, nacida de la alteridad, la fragmentación, la escisión, espacios todos ellos impuestos y a la vez escogidos, como indica Virginia Trueba Mira en Lectora 14 (2008).

En  Las proximidades, el cuerpo, siempre como contrapunto del  espíritu, de lo trascendente, ha estado presente, no solo como germen del deseo, también porque la percepción de la vida es una sensación puramente corporal. Desde Acontecimiento, la mirada ha ido cediendo protagonismo al tacto: “de mis dedos / salían pequeñas corrientes eléctricas / que movilizaban lo innombrable”, según Rosa M. Belda en Diablotexto Digital (2017).

(PUBLICADO EN EL DIARIO JAÉN EL 22-04-2023).

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