CON LA POETISA ÁNGELES MORA

Por ENCARNACIÓN SÁNCHEZ ARENAS

Ángeles Mora nació en Rute (Córdoba) en 1952. Es licenciada en filología hispánica. En 2016 publicó Ficciones para una autobiografía (Bartleby Editores), obra galardonada con el premio Nacional de la Crítica y el Premio Nacional de Poesía.

Su obra poética se distingue por  Pensando que el camino iba derecho (1982), La canción del olvido (1985), La guerra de los treinta años (1990), La dama errante  (1990), Cámara subjetiva (1996), Caligrafía de ayer  (2000), Contradicciones, pájaros (2001), La guerra de los treinta años (2005), Bajo la alfombra (2008), Ficciones para una autobiografía (2016), entre otros.        

“La chica de la maleta” es un poema que antologa Noni Benegas y Jesús Munárriz en Ellas tienen la palabra: dos décadas de poesía española, y que analiza Ioana Gruia, con motivo de las Actas del III Congreso Internacional de Aleph (2006). “Esta fría mañana tan cerca de diciembre”, éste es el tiempo del poema: “esta fría mañana”, “esta oscura mañana”, “esta dura mañana”, “esta mañana fría”: / Esta fría mañana tan cerca de diciembre/ no tomé el desayuno, no he leído el periódico,/ no me metí en la ducha después de la gimnasia/ (esta oscura mañana no quise hacer gimnasia)/ no subí la persiana para asomarme al cielo /ni he mirado en la agenda las promesas del día. “No tomé”, “no he leído”, “no me metí”, “no quise”, “no subí”, “ni he mirado”: hay aquí una negación de la cotidianidad doméstica, una ruptura voluntaria con “las promesas del día” y su potencial ilusión. Estamos ante una serie de “huellas discursivas” (configuradas sobre todo por la repetición del “no”) que anticipan una distancia frente a la familiaridad de un comportamiento habitual. Una distancia, una ruptura y (en el sentido más físico y literal) un alejamiento.

Flora Jordán, en Paraíso: revista de poesía, nº 13(2017), pp. 150-152, reseña el poemario Ficciones para una autobiografía y nos dice que su estructura gravita en torno al número cinco, siendo esta división de bloques no aleatoria, pues la simbología del cinco conecta con las etapas de la vida del ser humano, esto es, la infancia, la adolescencia, la juventud, la madurez y la vejez. Se funden entre sí “ficción” y “autobiografía”, no son términos opuestos, ya que a veces no se sabe lo que es real y lo que no.  La segunda sección con el poema “Emboscadas” es una reivindicación feminista, donde desmonta el mito del amor romántico a través de una simbología del color basada en la dicotomía del azul (del príncipe) frente al rojo (mujer, verdad, pasión): /Cuando llegó el príncipe azul / era tan azul, tan azul/ que caía sobre mi rojo/ apagándolo. Qué peligrosa tinta/…/ No conviene mezclar en la colada/ ropas que puedan desteñir, me dije./. Destacamos con “Los instantes del tiempo”, que es la cuarta sección, adverbios temporales que no sólo designan tiempo, sino espacios y lugares. La tarde, la mañana, el mediodía, no sólo son partes del día, sino estados anímicos en la construcción del yo poético.

 (Publicado en el Diario Jaén el 08 de julio de 2021)

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