CON LA POETISA AMALIA IGLESIAS SERNA

POR ENCARNACIÓN SÁNCHEZ ARENAS.

         Amalia Iglesias Serna (Menaza, provincia de Palencia, 1962)  es una filóloga, poetisa y periodista cultural española.

         Entre sus poemarios tenemos Un lugar para el fuego (1984), Memorial de Amauta  (1988), Mar en sombra  (1989), Dados y dudas (1996), Antes de nada, después de todo (2003) (recopilación de la obra anterior), Segunda espirelia poética (2004), Lázaro se sacude las ortigas  (2005), Poemas sin más (2007), Poetas a orillas de Machado (2010), La sed del río (2016), Tótem espantapájaros (2016).

El tema del poemario Dados y dudas es esencialmente la pasión de    un amor que se acaba de perder. Pero habríamos de matizar cómo ésta se halla interceptada por la desazón que para el sujeto poético supone la postmodernidad, la fragmentariedad, la caída de las ideologías y de los dioses. El poemario está dividido en tres secciones. En mi opinión, la más lograda y sustanciosa sería la primera. Está encabezada por una cita de Mallarmé que remite al azar, extraída de Un coup de dés. En la primera sección es patente la añoranza de un amor que pertenece a un pasado reciente, del que se anhela el regreso: /Aún escribo tu nombre con prisa/ en las paredes del sueño / y aunque la lluvia se empeñe otra vez en borrarlo, /queda el poso que el tiempo/ no ha visto entre las grietas/, como alude Dolors Cuenca Tudela en Diablotexto: Revista de crítica literaria, nº 4-5 (1997-1998).

         El libro Tótem espantapájaros se gesta, pues, desde finales de los noventa hasta su publicación en 2016. Es comprensible que tanto su concepto como su contenido se haya ido enriqueciendo poco a poco, y que la intuición inicial haya incorporado esa teoría del tótem que en torno a él se iba gestando. Esto otorga a la obra una riqueza especial y demuestra cómo la intuición no está reñida con la erudición, sino que, al contrario, esa erudición explica toda la carga que arrastra el gesto intuitivo que aparece como la punta del iceberg. Amalia se va reconociendo y asombrando de sus nexos, viendo que su gesto tiene las raíces en lo más remoto de la historia. Un tótem y un espantapájaros sirven para ahuyentar. Ahuyentan un mal en protección de la vida, sea el pájaro que va a comer una semilla en el caso del espantapájaros, sea un mal mayor, una calamidad, una catástrofe, incluida la más aterradora pues es aquella de la que no sabemos nada: la muerte. Amalia revela las dos vías fulminantes para ahuyentar el mal: el amor y el conocimiento, este último partiendo de un reconocimiento de cuanto acontece, incluido el socrático conocerse uno mismo, y remite luego al garabato de la figura humana común a los niños, advirtiendo su sentido mágico, ancestral, que conecta con los dibujos de los hombres de las cavernas, como admite Clara Janés en El Cuaderno, cuaderno digital de cultura (septiembre de 2018): Entre/ tótem y/ autómata/ una zozobra/ de marionetas, /virutas de tiempo/ invisibles hilos/ de oro tiran/ de ti hacia/ los bosques/ sagrados de los druidas…/.

(PUBLICADO EN EL DIARIO JAÉN EL 16-07-2023)

Compartir: