Por Víctor Toledo
“Cuando la lluvia no moje nuestros cuerpos”
Ramón Martínez
Valparaíso ediciones
Cuando la lluvia no moje nuestros cuerpos del poeta fuenterino Ramón Martínez es un poemario enraizado en la fuente sagrada de Fuente Vaqueros, es decir en el canto, en la tradición de Federico García Lorca, en un cante jondo (de hondo) contemporáneo, se inscribe en la tradición poética que surge (inspirado en buena parte) de la poesía vernácula, es decir, de la poesía popular o de la música con letra, en la canción, el cancionero hodierno, en este caso, sobre todo, el pop y el rock español actual.
Así varios grandes libros de García Lorca, Poemas del cante jondo, Cancionero gitano, o El diván del Tamarit, con casidas y gacelas, formas árabes y persas relacionadas con la música, etc.
En la dialéctica de la influencia de la canción y la poesía, la poesía popular y culta, generalmente en el mejor de los casos, es la gran poesía la que influye en la canción, como en el caso de Agustín Lara, El jibarito Hernández, Armando Manzanero (además formado en la música clásica), etc. Aquí hay grandes muestras de la unión entre la poesía y la música como “La canción de la alegría”, poema de Shchiller que musicalizó Beethoven, o las obras de Chaikovsky en conjunción con los poemas de Pushkin.
Pero el proceso de Ramón Martínez es más singular: él parte en este libro en general de la influencia de la canción en su libro de poemas de amor, una suerte también de raíz de El libro del buen amor, del Arcipreste de Hita, en la proyección de su experiencia amatoria, erótica y existencial. Así tenemos en México a Rubén Bonifaz Nuño, citando o parafraseando canciones de José Alfredo Jiménez o de bandas folclóricas mexicanas.
Encontramos en Cuando la lluvia no moje nuestros cuerpos dos homenajes velados: uno a Pablo Neruda y otro a García Lorca (“Quien pudiera…”), en esta búsqueda del poema diáfano, de retorno a su origen común con la música, a su origen órfico, en-cantatorio-amatorio.
[…] Quien pudiera ser de agua
e inundar los precipicios.
Quien pudiera ser de fuego
y arrasar cuerpos dormidos
Quien pudiera ser de tierra
bajo un enjambre de lirios.
El verso se hizo llanto
que recorre los caminos.
El poeta es una herida
de arcoíris y suspiros.
Nacer en Fuente Vaqueros, lugar de nacimiento de García Lorca, sitio del nacimiento del “ojo de mar”, de una fuente secreta en el bosque de álamos, manantial marino de agua pura y dulce, de donde brota la gran voz acuática y solar de Federico y ser el continuador de esta maravilla mágica natural y de esta tradición poética tan andaluza, tan árabe, tan española y tan clásica, no es –para nada- poca cosa.
Ramón Martínez, generoso en su persona y su poesía, con la bonhomía natural, alegría (superando la gran tragedia memorial de la guerra civil española) y humanidad del que nació en esta tierra pródiga maravillosa, en este entrañable pueblo mágico, es el poeta vivo más importante de Fuente Vaqueros y uno de los jóvenes poetas españoles más importantes, por su profundo oficio -que partiendo, igualmente, de “la poesía de la experiencia”, nacida en Granada, la ha vuelto más profunda y musical, en su difícil sencillez-, por su apasionada entrega a la poesía y la enorme tradición que ha heredado, muy lejos ya de la heredad de lo terrible, muy cerca de la fuente del origen.