CON EL POETA FELIPE BENÍTEZ REYES

Por Encarnación Sánchez Arenas

            Felipe Benítez Reyes(Rota, Cádiz, 25 de febrero de 1960)   es un escritor español ​ autor de poesía, novelas, relatos, ensayos y artículos de opinión. 

            Entre sus poemarios tenemos Paraíso manuscrito (1982), Los vanos mundos (1985), Pruebas de autor (1989), La mala compañía (1989), Sombras particulares (1992), Vidas improbables (1995), El equipaje abierto (1996), Escaparate de venenos (2000), La misma luna (2007), Las identidades (2012), Ya la sombra (2018). La última gran antología de su poesía es Libros de poemas (2009), que reúne su producción de 1978 a 2008.

            Los símbolos temporales ocupan completamente sus últimos libros. El equipaje abierto se llena de maletas abiertas tras un viaje, de maletas encontradas en las playas de invierno, de bibelots que cifran el pasado y sus rutinas, de barcos contemplados en la infancia y portadores “del oro falso del futuro”, de escaparates con productos electrónicos que por el azar de las analogías remiten a la propia sucesión de momentos desordenados del pasado, de cines de verano con las ilusiones pecaminosas de la infancia y la adolescencia, de campanas que suenan en el pasado, de momentos invernales, de vientos heladores, de unos viajes que, como los sueños, provocan una sensación de irrealidad que, al ser reforzada por los objetos que los evocan, hacen exclamar al poeta: “La memoria es un náufrago/ aferrado a unos símbolos” , como indica Norberto Pérez García con su estudio titulado “El tiempo y sus fantasmas en la poesía de Felipe Benítez Reyes”, dentro de Espéculo: Revista de Estudios Literarios (2007).

                La misma luna es la obra en la que la temporalidad y sus enigmas ocupa la totalidad de los poemas, portadora de resonancias metafísicas que aminoran la carga narrativa de sus anteriores libros y conllevan una eliminación del toque irónico precedente así como un empleo de paradojas y antítesis, de oxímoron y juegos de palabras como medio de aproximación a la inaccesible realidad del tiempo.

                Sus poemas discurren entre la tensión de dos tipos de lugares, como propone Luis Martín Escudillo en “Los lugares que no son en la poesía de Felipe Benítez Reyes”, en La literatura como caleidoscopio. Por un lado, lugares de primera mano o de referencias culturales, como San Petersburgo, Venecia o Lisboa, con un cosmopolitismo menguado por el solipsismo que toma ante tales emplazamientos, por otro lado, lugares de paso o transición con nuevas formas de vinculación que reflejan una identidad quebradiza o su fugacidad temporal. Reflejo de ello es su poema “Cuento de Tokio”, que según Marc Augé estaría definido como un “no-lugar”, donde impera la desvinculación. Son, entre otros lugares, como el aeropuerto, hoteles, centros comerciales. “Cuento de Tokio” de la sección central de Las identidades, es un claro ejemplo de ello: /La mujer de la 1022/ verbaliza su tragedia expansiva/ llora su llanto enfático/ El huésped de la 1023 tiene sobre la mesa/ los regalos pequeños que ha comprado/ esta misma mañana. /.

(PUBLICADO EN EL DIARIO JAÉN EL 04 DE ENERO DE 2023)

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