CON EL POETA CARLOS PARDO

POR ENCARNACIÓN SÁNCHEZ ARENAS

         Carlos Pardo (n. Madrid 26 de octubre de 1975) es escritor y gestor cultural español.  

         Entre sus poemarios tenemos El invernadero (1995), Desvelo sin paisaje (2002), Echado a perder (2007), Hacer pie (2011), Los allanadores (2016).

         La cuestión del habla podría ponernos ante uno de los temas

capitales del siglo XX: la relación entre lenguaje y verdad. Pero esto sería

derivar el poemario Echado a perder por cauces metalingüísticos o metapoéticos que no parecen ser el primer objetivo de Carlos Pardo. Sus poemas afrontan siempre referentes extralingüísticos, lo que se ha llamado “experiencia”, y su mérito literario estriba en no escribir simples registros de vivencias, casi a modo de diario en endecasílabos, sino en ofrecer una interrogación por el ser de la vivencia, que unas veces se brinda mediante pasajes perfectamente discursivos y otras hay que intuirla al fondo de imágenes entre herméticas y expresionistas, según J. J. R. en El genio maligno, Revista de Humanidades y ciencias sociales nº 3(2008). Y cito los siguientes versos de Echado a perder: /Era cuando la espiga/ iba a dar a un arroyo, a su pequeña/ comunidad. /El día del entierro/ de un familiar me acompañabas, Padre, / por un sendero de granito. /Repasábamos/ la cepa genealógica/ la niñez de tu esposa y la ruptura/ con la anterior. /Y ya no había muerto/ ni tierra ni real/ olor a tierra. /El paisaje/ un inventario de diminutivos. /.

                  En Los allanadores sienta un golpe eficaz a los convencionalismos del género a base de un impulso de vida, de prosa y de extrañeza. El uso de los recursos de la intimidad y la ironía es quizás el núcleo de singularidad de este poemario. Esta doble polaridad, que aparece incluso dentro de un mismo poema, genera un campo magnético que expresa  lo sublime y lo mediocre de la vida, los instantes de orden y el vigor germinativo del caos, la ilusión y el desengaño, la armonía y el desajuste. Los allanadores es principalmente un afilado autorretrato en el espejo deformante de la crisis globalizada de nuestro tiempo (“la democracia / no había fracasado / sino que aún no ha sucedido”). Las líneas de fuerza que nacen de ahí absorben todo tipo de materiales: del ajuste de cuentas familiar al desengaño revolucionario, de la crónica sentimental de un totalitarismo de pareja a la elegía melómana, de la anécdota cruel de pueblo a una vida preocupada en exceso por la falta de épica, como propone Juan Manuel Romero en Los allanadores, de Carlos Pardo, en Clarín: Revista de nueva literatura, nº 122 (2016). Y cito los siguientes versos de este poemario: /Cambian los mitos pero ésta/ sigue siendo la tierra/ donde florece el limonero, / a pesar de que nadie lo encuentre significativo/ porque también florece el cardo/ sin vigilancia/ excepto del pincel que lo reduce a un plano. / Pero ésta es aún/ la morada del mito. / O cielo abierto tóxico / y no morada. / Una orilla del mundo conocido/ donde florecen indiferenciados/ el cardo, el limonero. /.

(PUBLICADO EN EL DIARIO JAÉN)

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