Por Antonio J. Caballero
Profesor de Lengua y Literatura, Secundaria-Bachillerato.
Poeta y director de teatro.
La utilidad de la familia
Miguel Ángel Angulo
Esdrújula Ediciones, 2023
Lo que tiene su patria originaria en la infancia
debe seguir viajando hacia la infancia.
(Giorgio Agamben)
El tiempo de la infancia con su duración simultánea versus el pensamiento poético acerca de cómo nació la herida en la infancia: entre uno y otra, un silencio anterior al lenguaje. Y desde el regreso a esa herida, la escritura de este poemario con todo lo que dejó dicho aquel silencio.
Un acontecimiento no visible entrelaza las cuatro partes en las que se estructura este poemario de Angulo: la primera parte se titula «Origen», «Identidad» la segunda, luego «Memoria» y «Barro», por último. La construcción del origen desde el yo actual es siempre inquietante, porque se pone en juego el removimiento de narrativas rigidizadas en las formas que la escritura va eligiendo –casi siempre sin saber por qué- como a tientas a través de los trazos de la intuición. La familia va desplegando su identidad a través de objetos que la escritura convoca: un abrigo, un ropero, unas telas y un frío.
En «Identidad» con la búsqueda del nombre comienza todo, pero ojo, no el buscar el nombre que me pusieron, sino que el ahora puedo permitirme tener. Caos y confianza, fragilidad y fuerza: «La multitud se signa con la cruz,/ extiende con los brazos el fervor,/ los espíritus caben en el ruido./ O el poema Terremoto, 1985, «Mis padres lloran y nos salvan, ellos/ que fueron fuertes hasta aquel instante/ en el que comenzaba la memoria». En la infancia aguarda un vacío fértil, una potencia de habla, una multiplicidad de lenguajes que todavía habitan en el umbral de los mundos no articulados. Ese no-lugar solo es accesible para la memoria, que puede traerlo al presente mediante un discurso poético que rastree en sus huellas.
Al huir de todo punto dogmático, no se encuentra en la escritura de este poemario cierre categorial, sino creación de nuevas preguntas. Es como si dijéramos que un sujeto llegó aquí con su conciencia, sus emociones y su página en blanco para buscar su origen y su identidad; cuando ya tenía este problema más o menos resuelto, entró otro elemento en juego: las distintas generaciones y cómo se conectan entre sí; para después abordar la problemática, desde un lenguaje simbólico, de la construcción del sí mismo. Lo vemos en el poema final Apostasía de la sangre. Las palabras –altar, estirpe, absuelto, iglesia familiar, orfanato, diván, templo- van abriendo contextos que multiplican el sentido del poema evitando que caiga en una linealidad cercada por la confesión íntima, lo que le restaría hondura al poema. La confrontación -y transformación- con las estructuras ideológicas familiares y sociales no es una tarea sencilla.
La utilidad de la familia termina con un verso autorreferencial que anuncia lo que podría ser un futuro poemario: «Algo que desconoce, lo salvó». Qué secretos se guardan ahí. Ojalá que Miguel Ángel Angulo nos lo regalé, para que, como dijo Benjamin, pueda ser otro instante, otra pequeña puerta, otro umbral por el que siga entrando algún destello de redención.